Mirar para abajo. Entrevista a Guillermo Fages, creador del vivero de árboles nativos Ñangapiri

Empapado bajo la lluvia infinita de estos días, Guillermo llega caminando. Podría ser un detalle menor, de esos que se usan para empezar una entrevista y decir algo sobre la persona en cuestión, pero no lo es. Tampoco es solamente un medio de locomoción. La caminata parece ser para Guillermo una forma de experiencia y un modo de investigación.
Fue caminando por las calles de Rosario que Guillermo comenzó a percibir y preguntarse sobre la flora. Paradójicamente, en medio del asfalto, descubrió la insistencia de la vida en los parques, las barrancas y, después, más lejos, en los montes.
Estos recorridos lo llevaron a emprender un proyecto de recuperación y difusión de los árboles nativos de la región.
Bajo una forma alternativa -una suerte de vivero asistemático e itinerante-, Guillermo cultiva árboles y plantas aromáticas mientras redescubre especies autóctonas casi perdidas.


 

Loveg: – ¿Cómo empezaste a cultivar árboles?

ñam 4Guillermo: – Yo empecé a hacer árboles acá, en un balcón en Rosario, en un espacio reducido. Cada vez hice más y, en un momento, tuve la posibilidad de irme a un lugar más grande. Me aboco a la producción más que al vivero, al cultivo de árboles nativos.
Eso y sobre todo al nexo, a la difusión de la actividad que se da más que nada por internet. Tuve muchas solicitudes de gente de Rosario, entonces cada tanto vengo, hago un viaje cuando puedo y como puedo, trayendo árboles a Rosario.
El hecho de hacer arboles empezó más que nada como una cuestión mía, del deseo de difundir y recuperar. A mí lo que me interesan son los árboles nativos y más aún los montes nativos.
Hay árboles que son más conocidos que otros e incluso llegaron a entrar dentro del circuito comercial, por ejemplo, el ceibo por su relación con la flor nacional.
Por diferentes cuestiones culturales, hay árboles que tienen la posibilidad de sobrevivir y de continuar en el tiempo, mientras que otros, por distintas razones, -el desmonte y el impacto de las grandes actividades económicas, la soja, etc. – no tienen lugar, le sacamos el monte y se pierden. Entonces, hay árboles que son muy vulnerables. Una vez que rompiste algo del ecosistema, comienzan a desaparecer. Hay árboles que están declarados extintos y otros en peligro, entonces también en este viaje mío de ir recuperando y reconociendo o descubriendo ciertos árboles, me encuentro con los árboles frutales de acá, del litoral. Y descubro que hay muchísimos. Es por esto que otra cosa que me propuse recuperar son los frutales nativos del litoral.

Loveg: – ¿A qué te referís con recuperarlos? ¿Cuál es el trabajo específico?

ñam 2Guillermo- Cultivar básicamente. Primero, hago un proceso de indagación, de búsqueda y lectura de bibliografía, de relevamiento de cuáles son esos árboles y después empiezo a tener elementos para la identificación directa, para ir encontrándome con esos árboles.
Exploración directa también a través de contactos, o sea, alguien que te sugiere “hablá con tal viejo que vive allá”, ese tipo de cosas. Hasta que finalmente das con un ejemplar.
Me encontré con una persona, por ejemplo, que tenía en su casa algunos árboles muy difíciles o casi imposibles de encontrar. Ahí hay un tesoro invalorable. Y de ahí, esperar que fructifiquen, recuperar la semilla y que salga el arbolito.

Loveg: – ¿Desde cuándo empezaste a interesarte por los árboles?

ñam 3Guillermo: – Lo raro o paradójico es que estando en el medio de la ciudad me encontré con algunos árboles. Acá en Rosario me impactó un algarrobo que hay en 27 y Alem, por ejemplo. Y ahí la idea de reproducir. Desde la aridez de la ciudad empecé a sentir la emoción profunda de querer participar como de un renacimiento de los montes nativos. De esto hará unos 3 o 4 años. En esa época di con un censo de árboles que hizo la Universidad de las calles de Rosario, un relevamiento bastante interesante. Entonces fui marcando los nativos y fui visitando cada uno. En el fondo, se trata de recuperar ese nexo con lo natural, desde ese lugar.
Ayer pasé por un lugar por el que debo haber pasado cien veces y recién ayer advertí que hay un ñangapiri y nunca lo había visto. Recién lo visualicé. Y al lado, hay otro nativo también frutal pariente del ñangapiri, una feijoa o guayabo del país, en plena fructificación. Y más allá chañares, en las barrancas del río. Y eso, porque todavía hay ciertos espacios en los que el hombre no intervino, como algunos sectores de la barranca.

Loveg: – ¿A qué le llamas árbol nativo?

ñamGuillermo: – Un árbol es nativo porque estuvo desde siempre, desde muchos años en esta tierra hasta que en el proceso de colonización, la tala, los desmontes y las grandes actividades económicas, la ganadería, la agricultura a gran escala, fueron en contra de la flora nativa.
Nativa porque creció espontáneamente sin la intervención del hombre, dentro de una ecoregión que, por sus características geoclimáticas, la composición de la tierra, las infinitas variables hacen, por ejemplo, que un ñangapiri crezca en un determinado lugar del mapa y no en otro. En el caso del ñangapiri, el lugar es la selva paranaense,
Misiones y alrededores, y tiene una distribución por los ríos Paraná y Uruguay hasta la mitad de Santa Fe, aproximadamente, sin la intervención del hombre. La naturaleza va regulando que un árbol crezca en determinado lugar y no en otro, por eso creo que no hay que intervenir sin esa conciencia.
Si lo plantás en otro lugar y no es nativo puede traer complicaciones. Hay árboles más invasivos que otros, por ejemplo, el ligustro, que es exótico. Es una plaga y atenta contra el crecimiento de las nativas y genera un desequilibrio natural.
Otro también es el paraíso. Los árboles siempreverde – que no pierden las hojas – y exóticos – que no tienen reguladores naturales aquí – generan un microclima que no es el de acá. Y no permiten que otras especies como el algarrobo, por ejemplo, que debería crecer con mucho más sol, crezcan.
Y a su vez los árboles nativos brindan alimento a las aves nativas, y si esos árboles no están tampoco vendrán esas aves. Es importante entender la naturaleza como un todo, desde el respeto profundo.

Loveg: – ¿Qué impacto en la flora local acarrea el desmonte?

ñam 9Guillermo: -Es un modelo de sometimiento de la naturaleza y, en realidad, someter a la naturaleza es someternos a nosotros mismos.
Todas nuestras leguminosas, que hay incluso en forma de árbol, un algarrobo, un chañar, un ceibo, un timbó, ayudan a fijar nitrógeno en la tierra, entonces si vos tenés estos árboles tenés tierra muy rica y con un gran potencial en cuanto al crecimiento de más flora y pasto nativo, y salud de la flora.
La cabeza occidental cientificista y fragmentaria lo primero que hace es arrasar con todo y después siembra algo para el pastoreo. Y el pasto una vez que se arrasó con todo no es tan fuerte, le falta nutrientes, entonces hay que usar fertilizantes químicos, y ese pasto que sembraste no está dentro del equilibrio general de la flora nativa. Por eso, lo atacan plagas, insectos, entonces se usan pesticidas para matar las plagas.
Si pensamos que acá vivían los Chana-Timbúes, no necesitaban sembrar ni soja, ni trigo, comían lo que la tierra les daba. Y muchas de esas cosas desaparecieron.
No hay que “hacer” sino “dejar de hacer”, desde el punto de vista de la intervención humana sin conciencia y lo que hacemos lo debemos hacer con la mayor conciencia y el mayor respeto.
Yo, el ejercicio que hago es salir a caminar, y, si, acá nomas en el pedacito que queda intacto, no tocado por el hombre, crece el chañar, esa es una información muy importante de la tierra. La tierra te brinda el alimento y la medicina. Y no cualquiera sino la que vos necesitas porque estás viviendo en este lugar. Como le pasa a un zorzal que se alimenta de un fruto y de no otro.

Loveg: – ¿Por qué elegiste el ñangapiri para dar nombre al proyecto?

ñam 5Guillermo: -Por un lado, en la búsqueda de los frutales nativos, estaba tratando de dar con algún frutal que llegara a donde yo estaba. En botánica, se habla del límite austral de distribución, el punto más austral. Por lo general estas plantas tienen su epicentro en la selva paranaense, y desde allí, van ‘bajando’ – metafóricamente – por los microclimas que se genera por los montes rivereños por el Paraná y el Uruguay.
Algunos llegan un poco más y otros menos al sur. Y el que llegaba por las características del lugar a mi zona era el ñangapiri. También me gustaba mucho el nombre, su sonoridad. Y el fruto: cuando lo probé por primera vez, sentí que ya lo conocía.
Cuando hablamos de nativas tenemos que pensar que son óptimas para este clima para nuestro ecosistema.
Incluso en una gran ciudad como Rosario uno, sale a caminar y puede pensar que no hay nada de verde, sin embargo, das una vuelta manzana y te encontrás con varias plantas que son comestibles, medicinales, creciendo entre las baldosas de la vereda, en los parques, baldíos, campos alambrados, en partes intactas, la tierra te sigue dando comida y medicina del lugar, con todas las contras que le ponemos nosotros.
Hay un punto que es personal, empezar a cambiar la mirada para abajo, a la tierra, aprender, percibir lo que ella nos está ofreciendo. Por ejemplo, el yuyo colorado, familiar del amaranto, crece por todos lados. También el diente de león, como alimento y medicina, aunque no es nativo se asilvestró. También carqueja en las afueras de Rosario, salvia, pisingallo, mburucuyá.
Es importante, no solo cambiar la mirada hacia la naturaleza, es un cambio de paradigma, que involucra todo, un nuevo modo de relacionarse, de conectar, y desde allí, involucrarse, participar de la semilla y respetuosamente, profundamente, cuidar esa plantita.

Por una ley provincial de agricultura ecológica

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El pasado 29 de marzo se realizó un encuentro en el Centro Cultural Parque de España con motivo del cumplimiento de los 20 años de la aprobación de uso del primer transgénico en Argentina.

El evento fue organizado por Greenpeace, Paren de fumigarnos, la Cátedra de Salud Socioambiental (UNR), el Observatorio del Sur (UNR), el Taller ecologista Rosario, CEPRONAT, Almacén Ambulante y El Paraná no se toca.

Los principales objetivos del evento fueron la presentación de un petitorio al Gobierno de Santa Fe para que no trate la Ley Bertero, que busca regular sin éxito la contaminación de las aspersiones aéreas y terrestres. Por otro lado, se reclama la eliminación progresiva del uso de agrotóxicos y la sanción de una política de apoyo a la agricultura ecológica.

En esta dirección, los especialistas acompañaron la conferencia de prensa con datos científicos precisos y experiencias concretas que muestran la necesidad inminente de suplantar la producción agroindustrial por un modelo agroecológico.

Los 20 años trascurridos bajo un régimen de producción a base de transgénicos y agrotóxicos solo evidencian las promesas incumplidas de alimentar al mundo y combatir el cambio climático. Por el contrario, se hace cada vez más tangible el impacto ambiental, sanitario, alimentario y económico que estas medidas conllevan.

Dejar atrás el uso de las semillas transgénicas y el paquete agrotóxico vinculado a las políticas agrarias dominantes significaría vehiculizar un sistema sustentable y rentable, capaz de producir a gran escala sin la contaminación del suelo.

Los argumentos

Para dar comienzo a la conferencia, se proyectó el documental “Naturaleza Viva”.  El corto lleva el nombre del establecimiento santafesino ubicado en Guadalupe Norte, localidad cercana a Reconquista, que puede considerarse un verdadero modelo de agricultura ecológica extensiva realizable y sostenible en el tiempo.

 

Franco SIMG_20160329_175650eggeso, coordinador de la campaña de Agricultura y Alimentos de Greenpeace inició la charla alertando sobre la necesidad de una ley que ponga fin a la degradación del suelo, la pérdida de bosques nativos, la mala alimentación y el deterioro de la salud que comporta el uso de agrotóxicos.

Seggeso señaló además que la eliminación progresiva de este sistema es posible, como ocurre en la provincia de Misiones, cuyas políticas de protección a la producción agroecológica podrían replicarse en nuestra provincia.

María Victoria Dunda, miembro de la red de abogados de Pueblos Fumigados, explicó los alcances del proyecto de ley y la necesidad de un trabajo conjunto, por ejemplo, con los comedores escolares, hospitales y el sistema carcelario.

A continuación, subrayó la importancia de la educación agroecológica en los tres niveles educativos formales y no formales y de la participación del Estado, responsable de la gestión política y el manejo de los fondos necesarios. Finalmente, hizo referencia a la invitación realizada al INTA y otras instituciones capacitadas hacer las modificaciones pertinentes en las tecnologías orientadas a un modelo agroecológico de producción.

La cátedra de Salud Socioambiental de Rosario tuvo su participación a través de la comunicación de su director, Damián Verzeñassi, responsable académico de la práctica final de la carrera de medicina. Su intervención apuntó a reflexionar sobre las decisiones biopolíticas que garantizaron “la transformación de nuestros cuerpos en parte de los territorios del despojo, en parte de los territorios que deben ser transformados en territorios patológicos”. A partir de una investigación llevada adelante en 25 localidades de la región, puntualizó que entre un 20 y un 35% de los niños en edad escolar primaria tiene sobrepeso. Destacó que en los últimos 5 años hubo un alarmante incremento de casos de enfermedades onco-hematológicas y endócrinas con índices casi epidemiológicos.
En este sentido, argumentó que “no hablamos solo de salud sino de alimentos sanos. No podemos tener alimentos sanos si no se producen con modelos sanos de producción que no existen en modelos de producción en territorios enfermos a partir de la instalación de la química como parte de estrategias de dominación de los territorios y los pueblos”.

Eduardo Cerdá, Ingeniero Agrónomo de Universidad Nacional de la Plata, refirió a cuestiones técnicas y agronómicas basadas en sus 25 años de experiencia como asesor de campos que producen en forma agroecológica. Cerdá desmitificó la idea de que no se puede producir sin el uso de agroquímicos. Por el contrario, la presencia de agrotóxicos como parte de la planificación y no como último recurso, provocó la contaminación generalizada del ambiente y de los alimentos que consumimos diariamente.

En los últimos años, la concentración de uno o dos cultivos volvió imposible la supervivencia de la fauna benéfica. Se perdió la biodiversidad que normalmente se encargaba del control natural de las plagas y este es el motivo principal del aumento de las dosis de agrotóxicos en la producción.

Para Cerdá, no es posible defender dos modelos de agricultura. Es esencial avanzar hacia la agroecología, no solo por el impacto ecológico sino porque es posible obtener buenos rendimientos y con menores costos para los productores.

IMG_20160329_174735El encuentro resultó fundamental para difundir un informe del estado de la situación y pedir al gobierno de Santa Fe la implementación de medidas concretas.  Significó, además, una muestra más de que los cambios en la producción y el consumo son posibles si aunamos esfuerzos desde diferentes disciplinas y perspectivas.

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